Reseña: "Severiana" de Ricardo Chávez Castañeda

SINOPSIS: Un grupo de niños se une para enfrentar al mal que los aqueja y descubren cómo a través de la lectura y la escritura se abren puertas hacia otros territorios en los cuales es posible modificar la realidad del mundo del que supuestamente habían huido.

OPINIÓN PERSONAL: Conocí este libro gracias a la booktuber mexicana Dana (a.k.a La Retahíla) y luego de ver fantásticas reseñas, fue el turno de aventurarme ante un libro desconocido.

En tan solo 165 páginas, tenemos un grupo de amigos que se conocen en la escuela hasta que empiezan a desaparecer tantos niños como adultos. De repente, la ciudad no es un lugar seguro para nadie al declararse toque de queda y los infantes se refugian en los libros. En cambio, ¿qué pasa cuando la lectura tampoco resulta un refugio para aislarse de la realidad?
Acá se encuentra el gran interrogante que plantea el autor, el de vivir en un mundo del revés y los ciudadanos haciendo lo imposible para vivir el día a día como si nada hubiese pasado. No he leído anteriormente nada de él, sin embargo me incentiva a explorar más sus mundos, debido a que quedé fascinado por su prosa.
Una historia, a lo largo de 36 capítulos cortos, concisos y contundentes en su contenido, centrándose en la acción ante los detalles bajo un contexto que resulta evidente, mezclado con toques fantásticos, sin importar en el país que vivas. Son de esas obras que recomendaría que se lean en las escuelas porque si bien es un hecho terrible lo que transcurre, es parte de nuestro pasado, nuestra Historia, nuestra Memoria.
Por último, pero no menos importante, agradecer al Fondo de Cultura Económica por el ejemplar.

CALIFICACIÓN: ✭✭✭✭✰

Portada original, bajo el sello de FCE

RESEÑA CONJUNTA POR PARTE DE DANA

FRASES DESTACADAS

"(...) aprendimos que la lección del llanto es más fácil de aprender que la lección de la desesperanza. Lo que quiero decir es que en la ciudad aprendimos a llorar pero no aprendimos a dejar de esperar... y eso es lo que nadie desea."

"-Las escuelas existen para ayudarnos a vivir (...). Regalar un saber a las nuevas generaciones para que comprendan en qué mundo han nacido y entonces puedan vivir allí de la mejor manera posible, eludiendo los peligros, reconociendo las injusticias, respetando lo que tanto trabajo costó a nuestros antepasados lograr... Darles algo que los proteja... Esa es la idea... cuidarlos..."

"-Escribir el mundo es una de las mejores fórmulas para conocerlo."

"Se puede sentir nostalgia de una lectura como se echa de menos la felicidad."

"Los lugares utópicos nos enseñan a desear lo imposible y a pensar que está bien hacerlo porque el mismo planeta, la misma naturaleza nos ha puesto el ejemplo: lo que parece irreal puede ser real... Desear lo que no parece posible, lo que no parece real... lo imposible... Estaba triste porque ya no había dónde ir para que mi imaginación comenzara a crear un sitio inexistente..."

"Jugar puede ser un recurso de sobrevivencia, un recurso para que un alma no se quiebre. Sucede que las cosas empeoraban en nuestra ciudad de una manera insoportable. Jugar era la única manera de conseguir algo parecido al olvido. Delirar. Enloquecer un poco. Igual que cuando se cierran los ojos para no ver lo que aterra. Totalmente (...) se nos ocurrió que necesitábamos ayuda."

"Es doloroso aprender a desconfiar, pero es más doloroso aprender que la sospecha sí te lleva a un lugar."

"Prohibir los libros, destruir los libros, quemar los libros, eran soluciones que nadie le habría permitido llevar a cabo. Tuvo que ocurrírsele lo que se le ocurrió: escribir un libro salvador. (...) crear un túnel por donde pudiéramos escapar, llevarnos a un sitio donde los cazadores nunca nos pudieran alcanzar."

"(...) el puente entre nuestro mundo y el mundo de los libros eran las palabras, y eso era lo que los comunicaba y justamente eso era lo que nos impedía crear algo nuevo. Cada lugar inventado con las palabras permanecía irremediablemente conectado al mundo, un puente por donde los perseguidores podrían pasar siempre."

"Duele conocerse. Duele saber quiénes somos. Duele reconocer quiénes podemos ser en el futuro. Duele la pura posibilidad de convertirte en lo que temes."

"(...) todos debíamos hacernos la pregunta más difícil: ¿Qué tengo que ver yo con lo que le sucede al mundo?

La historia más infeliz es siempre la que nos pertenece a todos."