jueves, 8 de diciembre de 2022

Reseña: "El océano al final del camino (The ocean at the end of the road)" de Neil Gaiman

SINOPSIS: Hace cuarenta años, cuando nuestro narrador contaba apenas siete, el hombre que alquilaba la habitación sobrante en la casa familiar se suicidó dentro del coche de su padre, un acontecimiento que provocó que antiguos poderes dormidos cobraran vida y que criaturas de más allá de este mundo se liberaran. El horror, la amenaza, se congregan a partir de entonces para destruir a la familia del protagonista.

Su única defensa la constituirán las tres mujeres que viven en la granja desvencijada al final del camino. La más joven de ellas, Lettie, afirma que el estanque es, en realidad, un océano. La mayor dice que recuerda el Big Bang.


OPINION PERSONAL: Ha pasado tiempo cuando veía reseñas de este libro, mi oportunidad de acercarme a él se dio con la versión teatral londinense. 
Considerado como un autor influyente de la fantasía urbana, Neil Gaiman también me ha sorprendido gratamente con otras obras al agregar y mezclar suspenso con realismo mágico.
Narrado en primera persona, a lo largo de quince capítulos, una trama que habla de duelos, transformaciones, autopercepción y maduración personal ante una prosa que combina temas sensibles camuflado con tintes fantásticos.
Una historia profunda que interpela a quien lo lea desde la arista que sea. Aunque, quienes no leyeron nada de este hombre aun, no creo que sea una buena opción. Por ejemplo, mi acercamiento fue con Coraline, si bien no fue lo que me esperaba luego de descubrirlo con el film homónimo, ha valido la pena seguir apostando por su bibliografía.
Ahora me intriga conocer la puesta en escena realizada en las tablas inglesas.


CALIFICACIÓN: ✭✭✭✰✰


Portada en español, bajo el sello roca editorial


FRASES DESTACADAS


" Me quedé mirando la casa, y descubrí que no recordaba aquella época tan bien como imaginaba: no fueron buenos tiempos, tampoco malos. Había vivido allí un largo periodo de mi vida, durante buena parte de mi infancia. Pero me daba la sensación de que ya no tenía nada que ver con aquel niño."

"No fui un niño feliz, aunque en ocasiones estaba contento. Vivía en los libros más que en cualquier otra parte."

"(...)  me miré en el espejo.
Me pregunté quién era yo, algo que solía hacer a esa edad, y qué era exactamente lo que estaba mirando la cara reflejada en el espejo. Si la cara que estaba mirando no era yo, y sabía que no lo era, porque seguiría siendo yo le pasara lo que le pasase a mi cara, entonces ¿qué era yo? ¿Y qué era lo que estaba mirando?"

"Me encantaban los mitos. No eran historias para adultos ni tampoco para niños. Eran mucho mejor que eso. Simplemente «eran».
  Las historias para adultos no tenían ningún sentido, y tardaban mucho en arrancar. Me hacían pensar que los adultos guardaban muchos secretos, secretos masónicos y míticos. ¿Por qué a los adultos no les gustaba leer las historias que hablaban de Narnia, de islas secretas, contrabandistas y peligrosos duendes?"

"Los adultos siguen caminos. Los niños exploran. A los adultos les gusta recorrer siempre el mismo camino, cientos de veces, o miles; puede que nunca se les ocurra salirse de su ruta, (...). Yo era un niño, lo que significaba que conocía mil y una maneras de salir a la carretera sin pisar siquiera el sendero que llevaba hasta la puerta. "

"Mientras crecía, aprendí muchas cosas en los libros. Me enseñaron casi todo lo que sé sobre cómo se comporta la gente y cómo debo comportarme yo. Los libros fueron mis maestros y mis consejeros."

"-Ustedes (...) no son personas -dije.
  -También lo somos.
  Dije que no con la cabeza.
  -Seguro que ni siquiera es esa su apariencia -dije-. No la verdadera.
(...)
  -En el fondo, nadie es como aparenta ser. Tú, por ejemplo. O yo. Las personas son mucho más complicadas que eso. Y eso vale para todo el mundo.
  -¿Eres un monstruo? -le pregunté- (...)
  -Yo diría que no -respondió-. Hay monstruos de todos los colores y tamaños. Algunos son cosas que asustan a la gente. Otros tienen el aspecto de cosas que asustaban a la gente en tiempos pasados. A veces los monstruos son cosas que la gente debería temer y no teme.
(...)  
  -No sé. (...) los adultos y los monstruos no tienen miedo.
  -Oh, los monstruos sí que tienen miedo (...). Por eso son monstruos. Y en cuanto a los adultos… Te voy a decir algo muy importante: por dentro, los adultos tampoco parecen adultos. Por fuera son grandes y desconsiderados y siempre parece que saben lo que hacen. Por dentro, siguen siendo exactamente igual que han sido siempre. Como cuando tenían tu edad. La verdad es que los adultos no existen. Ni uno solo, en todo el mundo."

"«Cuando yaces despierto con un deprimente dolor de cabeza y la ansiedad no deja lugar al reposo, entiendo que puedes usar el lenguaje que prefieras para soñar despierto.»
  Me encantaba cómo sonaban aquellas palabras, aunque no estaba muy seguro de entenderlas del todo."

"-¿Lo sabes todo, todo el tiempo?
  Negó con la cabeza. No sonrió.
  -Sería muy aburrido saberlo todo. Tienes que olvidarte de eso (...)
  -¿O sea, que antes lo sabías todo?
  (...)
  -Todo el mundo lo sabía. Ya te lo he dicho. No es nada especial eso de saber cómo funcionan las cosas. Y hablo en serio cuando digo que debes dejar atrás todo eso si quieres jugar."

"Nada es nunca igual (...). Así haya transcurrido un segundo o cien años. Todo está en continuo movimiento. Y la gente cambia igual que cambian los océanos."

"Cada cual recuerda las cosas de una manera; nunca encontrarás a dos personas que recuerden exactamente lo mismo, fueran testigos de ello o no. Dos personas pueden estar muy cerca la una de la otra, y sin embargo tener percepciones muy distintas sobre determinado asunto."

"Hay mucha gente a la que debería darle las gracias, los que han estado a mi lado cuando me han hecho falta, los que me han traído té, los que escribieron los libros que me han ayudado a crecer. Nombrarlos uno por uno es una tontería, pero allá vamos…"

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